Un orador no sólo habla, también escucha, por lo que el mejor es aquel que sabe hablar y sabe escuchar. Así, conoce lo que el público espera de él, habla y complace a su auditorio, se pone de su lado y expresa lo que ellos mismos quizás no se atreverían a decir. La ventaja es que nadie nace con este perfil y todos podemos llegar a convertirnos en unos excelentes oradores siguiendo unos prácticos consejos. | ||
Las personas que hablan bien son, por lo general, personas inteligentes, creativas y con mucha imaginación. Suelen tener un tono de voz agradable y grandes aptitudes psicológicas para conocer el estado de ánimo de las personas a quienes se dirigen, sin olvidar que presentan una especial habilidad para elegir las palabras más convenientes. Sin embargo, los que no tenemos todas estas características, podemos igualar este perfil realizando el aprendizaje adecuado. El verdadero orador se sitúa en el centro de la comunicación, implicando a todos con sus palabras, con sus gestos y con su mirada. Lo cierto es, que no todas las personas se emocionan con los mismos discursos, por lo que el buen orador debe conocer a su auditorio, saber cómo es, cómo despertarlo, cómo emocionarlo y cómo hablarle. Por supuesto, las características propias del orador también cuentan, especialmente, en lo que se refiere a su imagen. Todo vale para ganarse al público. Los mejores se caracterizan por ofrecer credibilidad y expresar sus ideas de manera clara y rotunda. Para ello, ante cualquier tipo de intervención, son capaces de desarrollar las siguientes habilidades: - Conocer cuáles son sus objetivos, sus recursos y el propio público. El orador, libro escrito por Cicerón, fue publicado por primera vez en el año 46 a.C. con el nombre De oratore. Para el autor, el orador perfecto sobresale en la elocución. Es hábil con la invención, en encontrar y decidir qué va a decir, se aparta de la discusión e intenta tocar temas amplios y generales para poder extenderse con mayor amplitud. Además, es hábil con la disposición de las ideas: introducción digna, acceso claro a la causa, atracción de los ánimos de los oyentes y confirmación de los argumentos favorables y rechazo y debilitación de los argumentos contrarios. En resumen, el orador debe sobresalir en la elocución, dominar la invención, la actuación y la expresión. La idea final es que transmita y produzca todo tipo de sentimientos en el auditorio. Debe ser y parecer libre, persuadir, deleitar; no ha de fijarse en historiadores o poetas, debe ser agradable, convincente, probar y argumentar, conmover y convencer... Pero lo que realmente caracteriza al perfecto orador es el buen criterio, en cuanto a ideas, palabras, auditorio, tonos, etc., y su capacidad de adaptación a las circunstancias, según convenga en cada momento. Estas habilidades configuran el perfil del buen orador, aunque lo importante es saber que cualquiera puede llegar a ser un excelente comunicador, con las consecuencias que ello conlleva. De hecho, como asegura Philip D. Armour: "No hay sendero que lleve a una persona a hacer carrera más rápidamente y a crearse una buena reputación que la destreza del buen orador." http://hosting.globalcorporativa.com/ |
Dirigido a aquellas personas con deseos de ingresar al mundo de la Locución, la radio, la producción nacional independiente, el doblaje, etc.
martes, 25 de mayo de 2010
Perfil de un buen orador
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